Llegar a alguna a casa…esta vez la que parece ser la mía. Al menos sus llaves se encuentran en mi bolsillo y en su interior cada detalle describe en cierto sentido, parte de mi ser.
Sin embargo, en el andar rolando entre nuevos y desconocidos destinos, se engrandecen aquéllos contornos que suavemente abrazan la inmensidad de nuestra alma, infinito hogar. Preciso instante donde “alguna casa” es acá ó es allá. Aterrizaje sin idiomas ni mapas y, no obstante, alguien siempre en la terminal. Rostro amigo, sonrisa hermana. Respiro profundo: al fin, en casa, en alguna.
Imagino la vida de los pájaros. Aves corajes; migrantres en esencia . Creadoras de nuevos y pequeños espacios en el mundo. Sobre la copa de un árbol o entre las piedras y el cemento roído de alguna vieja chimenea de ciudad.
Observo de pronto éste, mi hogar. Lleno de fotografías y colores que enseñan mi personalidad, los cariños, las ideas. A pesar de ello, el sentimiento es algo así, como de una extraña completitud e in-completitud al mismo tiempo.
Descubro de pronto que habitar es la suma de nuestros caminos andados, de cada paisaje compartido, de cada rincón anhelado dentro de una amistad intensa que enraíza corazones; también el significado de reconocer que casi nada cabe allí. Es decir, en “alguna casa”. Como si la vida se tratase de un baúl o un frasco de colores. No. Implica comprender que aquélla cerradura tan solo comprende un chiquito e ínfimo aunque infinito universo. Confesar con valentía, que lo que allí reside no es todo, sino sólo un comienzo, o un medio; parte de lo que es, de lo que fué o pretende ser.
Será y seremos todo cuanto existe allá afuera y acá adentro, sin picaportes ni ataduras?
No necesitamos de cadenas ni celdas decoradas.
- ¿Y qué hacer con tantos llaveros y candados?
Coleccionarlos a falta de llaves.
o hacerlas estatuas!
J.
No hay comentarios:
Publicar un comentario