domingo, 10 de noviembre de 2013

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Regresó.
Una ciudad puede ser otra dijo el poeta una vez. Una mujer también pensó.
Recordó que fue madre e hija al mismo tiempo, que así será por siempre.
Recobró la fortalezas silenciadas que nunca hubo perdido.
Descubrió infinitos brazos y nuevas raíces; cual árbol de estación.
Desnudó su cuerpo ante los ojos de otro ser humano, espejo de alma.
Perdió las agujas de su reloj. Encontró el tiempo en un tambor.
Besó cada una de sus memorias más bellas para llevarlas consigo en donde sea que se halle.
Soltó un barrilete y a cambio naciéronle en aquél instante alas de mariposa .
Sintonizó su corazón y el de las montañas; la luna se acercó más a ella.
Escuchó el murmullo del mar allá en sus orillas y a través de un caracol.
Abrió las puertas del hogar y con ella las infancias de sus sueños y libertades.
Rompió un cascarón. y otro más. y otro más.
Se aferró a la vida. Se prometió el amor.
El eco de un verso rocía su pretérito perfecto.
El presente recupera el compás de la oración.
Una ciudad puede ser otra dijo el poeta una vez. Una mujer también pensó.

J.



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