“Los infinitos héroes desconocidos, valen tanto como los héroes más grandes de la historia”. –
Walt Whitman.
Así es.
Hay ausencias que atraviesan los colores del tiempo.
Y un dia, yo me encontré con un arcoiris aqui adentro.
Descubrí entonces que la sonrisa
nunca se borra.
Que es algo que queda.
Que no se marchita.
Que no se marchita.
Que se parece a un puente
De ésos que jamás se olvidan,
De ésos que jamás se olvidan,
De ésos que tampoco terminan.
Y que no preguntamos cuándo
comenzó.
Que ante todo ahí está.
Para seguir sonriendo.
Para sonreír siguiendo.
En el rostro del gesto;
Y en el gesto del rastro.
Si, la sonrisa.
Que a veces también es paisaje.
Que a veces también es paisaje.
Ésa expansión nuestra que
transparenta lo inquebrantable.
Que vive.
Que nos habita.
Que nos recobra de la tristeza.
Y de la ausencia misma.
Que no las hace sinónimas.
Más bien las acompaña.
Las devuelve alunadas.
Atesoradas.
En los libros de la buena memoria.
En los libros de la buena memoria.
Si, la sonrisa.
La sonrisa de mi viejo.
En ésa sonrisa estoy sonriendo mientras pienso ésto que digo.
Y en ésa sonrisa pienso,
mientras sonrío ésto que siento.
La sonrisa de mi viejo.
mientras sonrío ésto que siento.
La sonrisa de mi viejo.
Una especie de péndulo intacto inundado de vida.
Un paréntesis de sabiduría
Una bandera.
Una ondulación infinita;
Una continuación.
Una mirada verde entre mis pupilas marrones.
En ésa sonrisa estoy sonriendo
mientras pienso ésto que digo.
Y en ésa sonrisa pienso,
mientras sonrío ésto que siento.
mientras sonrío ésto que siento.
Porque al final puede que no
podamos ni hablar.
Pero si sonreír.
Porque desde el principio de los
principios tuvimos motivos.
Y aún los tenemos.
Y porque un dia, yo me encontré con un arcoiris aqui adentro.
Descubriendo entonces que la sonrisa
nunca se borra.
Que es algo que queda.
Que perdura.
Que perdura.
Que todavía sonríe.
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