martes, 15 de noviembre de 2011

des-pedacito de río.

Suena a melodías que todo lo sanan...Silban en el atardecer los acordes de un horizonte de guitarra.

Mira, sonríe y sin mas canta...cantan.

"...Ríe chinito, se rie... y yo lloro porque el chino se rie sin mi....sopla las cañas sube la montaña, mañana quizás bajará...se hace de día, el Sol lo encandila, los vientos descansan y el chino se amansa....ríe chinito...rie en las noches y achina los ojos morochos mas lindos que vi...mi des-pedacito de río...hasta donde bajarás...?"


Pausas donde la mueca atraviesa las miradas, sostiene a los cuerpos que flotan, armoniza el equilibrio de sentirnos humanos...Está...no sabe donde y sin embargo allí está...están.

El Sol danza como resistiendo en la templanza de otra despedida, no quiere partir a tiempo esta vez...desearía retrasarse una eternidad entre aquélla calidez que ilumina su propio ser...La luna por su parte, espera...en esa distancia conocida ya por ella y los mares trampolea en el vals de sueños que entretejen las estrellas. Balancea al compás sus contornos, se desvanece en la llanura de sus blancos vueltos canción, se siente niña...no hay siglos en su corazón.

Hilos dorados de voces como arpa de ángeles y violines de papel...cercanía de un paraíso escondido y real. Fragancia de un instante desprovisto de perfumes o aromas precedentes. Polifonía de pájaros azules. Sintonía de vivir.



"...Mira la luna, mi niña y se acuna que es larga la noche y claro el camino....mi des-pedacito de río hasta donde bajarás? mi des-pedacito de río...mi des-pedacito de río, hasta donde bajarás...? "


J.

martes, 8 de noviembre de 2011

CaRnAvAl

Arde el suelo bajo sus pies.
Oídos calcinados de ciudad

Los fantasmas que amarran
Descansan en las higueras del olvido.
El agua quema la piel
El aire aún sabe a miel de primavera.

Arde el suelo bajo sus pies.


Caños de escape, humo y ruidos de toser
Árboles y flores resisten dando fe
Hay duraznos a la hora del té.
Atorado está el peaje de carreteras
Incierto destino un sin fronteras.

Toneladas de ladrillos y cemento malgastados
Arde el suelo bajo sus pies.

Arde el suelo bajo sus pies.
Cruje un león o dos o tres en el cuartel
Pero aún así, arde el suelo bajo sus pies.


Cuerdas en ritmos de tambores
Pulsos al compás del corazón
Dejar el alma en el cálido andar,

Y que arda la Tierra,
que la vida es nada o es un Carnaval

J.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Diente de León

En la letra chiquita de la caja de los antibióticos suelen encontrarse muchas cosas; generalmente fechas de caducidad, suministro de pociones, instrucciones de consumo y la firma de quien así nos "garantiza" una pronta recuperación. Me pregunto a menudo cuáles serán los motivos que me obligan a no confiar en ellas. Por momentos he llegado a suponer que tal enigma encuentra sus raíces en mi abuela. ¿Cómo he llegado a semejante conclusión? Pues verás, es sencillo: aquélla maravillosa mujer es una farmacéutica de la vida.

A principios del siglo veinte quienes emprendían la búsqueda por comprender la relación entre la salud y los fármacos así como su utilización a los fines terapéuticos eran llamados "maestros" y se encargaban de la formulación y preparación de los medicamentos. Sin embargo, una genuina vocación de farmacia además de atravesar dichas fronteras, debe ser guiada por una extrema pasión hacia la vida que única y francamente he logrado encontrar en los ojos de una persona : mi abuela.

Al decir de Neruda, vivir implica mucho mas que el simple acto de respirar, y al decir propio, no hay recetas para la felicidad. Hay pasión por ella e infinidad de caminos para hacerla y re-hacerla cotidianamente. Eso también lo aprendí de mi abuela.

Diente de León: Si has de toparte con ésta especie botánica tan especial, frena para observarla y que te observe; abrázala con la mirada y entiende su hermosura. Persuadiendo cualquier tipo de temor y no sin antes pedir por su permiso, sópla luego las espigas que le decoran su sol con amor, como una forma nueva de hacer caricias y flotando en ellas, deséandolo, simplemente anímate a sentir la magia de un diente de león.-

No hay recetas para la felicidad.





J.