sábado, 5 de noviembre de 2011

Diente de León

En la letra chiquita de la caja de los antibióticos suelen encontrarse muchas cosas; generalmente fechas de caducidad, suministro de pociones, instrucciones de consumo y la firma de quien así nos "garantiza" una pronta recuperación. Me pregunto a menudo cuáles serán los motivos que me obligan a no confiar en ellas. Por momentos he llegado a suponer que tal enigma encuentra sus raíces en mi abuela. ¿Cómo he llegado a semejante conclusión? Pues verás, es sencillo: aquélla maravillosa mujer es una farmacéutica de la vida.

A principios del siglo veinte quienes emprendían la búsqueda por comprender la relación entre la salud y los fármacos así como su utilización a los fines terapéuticos eran llamados "maestros" y se encargaban de la formulación y preparación de los medicamentos. Sin embargo, una genuina vocación de farmacia además de atravesar dichas fronteras, debe ser guiada por una extrema pasión hacia la vida que única y francamente he logrado encontrar en los ojos de una persona : mi abuela.

Al decir de Neruda, vivir implica mucho mas que el simple acto de respirar, y al decir propio, no hay recetas para la felicidad. Hay pasión por ella e infinidad de caminos para hacerla y re-hacerla cotidianamente. Eso también lo aprendí de mi abuela.

Diente de León: Si has de toparte con ésta especie botánica tan especial, frena para observarla y que te observe; abrázala con la mirada y entiende su hermosura. Persuadiendo cualquier tipo de temor y no sin antes pedir por su permiso, sópla luego las espigas que le decoran su sol con amor, como una forma nueva de hacer caricias y flotando en ellas, deséandolo, simplemente anímate a sentir la magia de un diente de león.-

No hay recetas para la felicidad.





J.




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