lunes, 11 de abril de 2016

HaSta LoS LiMonEs


Ella atravesó un puente.
El cruzó otro.

Se concentró hasta los limones en aquél jardín inventado con olor a jazmín. 
Lugar en el espacio respirado por las moras;
y condenado con fortuna a recibir la visita de los colibríes.
¿Será el aroma de las mandarinas
el color de las salsalvias,
ó ambas a la vez?

Las piedras en su sitio.
Acompañando eternidades.
Ó de colgantes.
Protegiendo algunas armaduras.
Antes no se movían ni viajaban.
Ahora lo observan todo.
Guardan secretos intemporales de amor.
Y custodian.

Allá:
Afuera del mundo del mundo del mundo.
Dónde se escucha el silencio.
Caen las hojas de los árboles en la estación de los nacimientos. 

Mientras otoña;
 ni la llovizna despierta aquéllos corazones dormidos que andan como sonámbulos por la ciudad
ó como violentos, aprovechándose de los vientos.

Las luces recorren los andamios.
Las ideas y las manos se andan besando y abrazando.
Buscan a oscuras y a encendidas rincones y calles para ser.
Al aire libre.

Hay diluvios que duran más de cuarenta días.
Hay paraguas también.
 Hay colectivas.
Hay mariposas.
Hay bendiciones para el Sol.
Gracias al Sol.


Oyendo sin oír,
escucharon que en Abril,
la vida y las palabras vuelven a ser algo. 

Pues entonces,
si han de ser;
 que sean Primavera.

J.







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